2:1 Entonces Ana oró y dijo: "Mi corazón se regocija en Jehovah; mi poder se enaltece en Jehovah. Mi boca se ensancha contra mis enemigos, porque me he alegrado en tu salvación.
2:2 "No hay santo como Jehovah, porque no hay ninguno aparte de ti; no hay roca como nuestro Dios.
2:3 No multipliquéis palabras altaneras; cesen en vuestra boca las palabras insolentes. Porque Jehovah es un Dios de todo saber; por él son examinadas las acciones.
2:4 "Los arcos de los fuertes son quebrados, pero los que tropiezan se ciñen de poder.
2:5 Los que estaban saciados se alquilan por comida, pero los que estaban hambrientos dejan de estarlo. Aun la que era estéril da a luz siete hijos, pero la que tenía muchos hijos languidece.
2:6 "Jehovah hace morir y hace vivir. Él hace descender al Seol y hace subir.
2:7 Jehovah hace empobrecer y hace enriquecer. Él humilla y enaltece.
2:8 Él levanta del polvo al pobre, y al necesitado enaltece desde la basura, para hacerle sentar con los nobles y hacerle poseer un trono de honor. Porque de Jehovah son las columnas de la tierra, y sobre ellas asentó el mundo.
2:9 "Él guarda los pies de sus fieles, pero los impíos perecen en las tinieblas; porque nadie triunfará por su propia fuerza.
2:10 Jehovah quebrantará a sus adversarios; contra ellos tronará desde los cielos. Jehovah juzgará los confines de la tierra. Él dará fortaleza a su rey y enaltecerá el poder de su ungido."
2:11 Después, Elcana regresó a su casa en Ramá, pero el niño servía a Jehovah delante del sacerdote Elí.
2:12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, que no tenían conocimiento de Jehovah.
2:13 Los sacerdotes acostumbraban a proceder con el pueblo de esta manera: Cuando alguno ofrecía un sacrificio, y mientras era cocida la carne, el criado del sacerdote iba con un tenedor de tres dientes en su mano,
2:14 y lo metía en el perol, en el caldero, en la olla o en la marmita. Y todo lo que sacaba el tenedor, el sacerdote lo tomaba para sí. Esto hacían con todo israelita que iba allí a Silo.
2:15 Asimismo, el criado del sacerdote iba, aun antes que quemaran el sebo, y decía al que sacrificaba: "Da al sacerdote carne para asar, porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda."
2:16 Si el hombre le respondía: "Deja que primero hagan arder el sebo, y después toma todo lo que te apetezca", él decía: "No, dámela ahora mismo; de lo contrario, la tomaré por la fuerza."
2:17 El pecado de los jóvenes era muy grande delante de Jehovah, porque los hombres trataban con irreverencia las ofrendas de Jehovah.
2:18 El niño Samuel servía delante de Jehovah, vestido con un efod de lino.
2:19 Su madre le hacía año tras año una túnica pequeña, y se la llevaba cuando iba con su marido para ofrecer el sacrificio anual.
2:20 Entonces Elí bendecía a Elcana y a su mujer diciendo: "Jehovah te dé hijos de esta mujer, en lugar de este que ella pidió a Jehovah." Y regresaban a su casa.
2:21 Jehovah visitó a Ana con su favor, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el niño Samuel crecía delante de Jehovah.
2:22 Elí ya era muy anciano y oía todo lo que hacían sus hijos a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo de reunión.
2:23 Él les preguntó: --¿Por qué hacéis semejantes cosas? Yo oigo de todo este pueblo acerca de vuestras malas acciones.
2:24 No, hijos míos, no es bueno el rumor que oigo y que el pueblo de Jehovah difunde.
2:25 Si un hombre peca contra otro hombre, Dios intercederá por él; pero si alguno peca contra Jehovah, ¿quién intercederá por él? Sin embargo, ellos no escucharon la voz de su padre, porque Jehovah quería hacerlos morir.
2:26 Y el niño Samuel crecía en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.
2:27 Entonces un hombre de Dios vino a Elí y le dijo: "Así dice Jehovah: 'Yo me manifesté claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto al servicio de la casa del faraón.
2:28 Yo le escogí como sacerdote mío entre todas las tribus de Israel, para que subiera a mi altar, quemara el incienso y llevara el efod en mi presencia. Yo he dado a la casa de tu padre todas las ofrendas quemadas de los hijos de Israel.
2:29 ¿Por qué habéis desdeñado mis sacrificios y mis ofrendas que mandé ofrecer en mi morada? Has honrado a tus hijos más que a mí, y os habéis engordado con lo mejor de todas las ofrendas de mi pueblo Israel.'
2:30 "Por tanto, dice Jehovah Dios de Israel: 'En verdad, yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre estarían delante de mí para siempre.' Pero ahora, dice Jehovah: ¡De ninguna manera! Yo honraré a los que me honran, pero los que me desprecian serán tenidos en poco.
2:31 He aquí vienen días cuando cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que en tu casa no haya ancianos.
2:32 Tú verás que tu morada padece necesidad, mientras yo colmo de bienes a Israel; y jamás habrá ancianos en tu casa.
2:33 Pero no eliminaré completamente a los tuyos que sirven en mi altar, para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor. Todos los descendientes de tu casa morirán en la edad viril.
2:34 Te servirá de señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Fineas: Ambos morirán en el mismo día.
2:35 Pero yo levantaré para mí un sacerdote fiel que actúe conforme a mi corazón y a mi alma. Le edificaré una casa firme, y él andará en presencia de mi ungido todos los días.
2:36 Y sucederá que el que quede de tu casa irá a postrarse delante de él por un poco de dinero y por un bocado de pan, diciéndole: 'Por favor, asóciame con alguno de los servicios sacerdotales, a fin de que yo tenga un poco de pan para comer.'"
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