Enséñame Señor

Estas palabras fueron dichas por muchos personajes a lo largo de la historia bíblica “enséñanos, señor”. El rey David decía: “enséñame, señor, a hacer tu voluntad, enséñame porque tú eres mi Dios” (salmo 143:10, “Enséñame… el camino y lo guardaré… dame entendimiento y guardaré tu ley” (Salmo 119:33-34). Y bien, el Señor nos ha enseñado a buscar el conocimiento de su palabra, a buscar las cosas buenas, nos da albedrio, esto es, que nos permite decir que deseamos hacer, pero nos sugiere que escojamos lo mejor. El Señor ha puesto delante de ti bendición y maldición, y si te convirtieres con todo tu corazón a Dios y obedecieres tú y tus hijos con todo lo que el Señor nos manda, él tendrá misericordia y limpiará tu corazón para que vivas; y si oyeres su voz, el Señor hará abundar la obra de tus manos, y el fruto de tu vientre, y el fruto de la tierra para bien cuando oyeres la voz de Dios para guardar los mandamientos, como nos lo dice Moisés en Deuteronomio 30:2-8 , porque muy cerca de ti está la palabra, hoy tienes la oportunidad de tenerla en tus manos, en tu mente y en tu corazón para cumplirla.

Deuteronomio 30:15 nos dice: “… yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”, la bendición y la maldición, pero el Señor nos recomienda “escoge pues la vida, porque vivas tú y tu simiente, que ames a Jehová tu Dios, que oigas su voz, que te allegues a Él, porque Él es tu vida” (Deuteronomio 30:19-20).

En el salmo 32:8 el Señor nos dice “te haré entender y te enseñaré el camino por el que debes andar”, entonces, no debemos preocuparnos cuando no entendemos algo, solamente dejemos que el Señor nos guíe y depositemos toda nuestra confianza en Él, para que crezca nuestra fe.

También hay algo muy importante que el Señor nos recomienda: “clama a mi y te responderé y te ensenaré cosas grandes y dificultosas que tu no sabes” (Jeremías 33:3), nos damos cuenta de que la oración es muy necesaria para poder comprender la palabra de Dios.

Recordemos las palabras dichas a Josué “esfuérzate y se valiente, no temas ni desmayes”, entonces, también nosotros debemos esforzarnos por estudiar, analizar, y retener la enseñanza; para que no seamos hombres faltos de entendimiento debemos ser constantes en el estudio y en la oración, que nos ayudarán a hacer obras dignas ante nuestro Dios. Sabemos que en nuestra vida habrá adversidad, pero no debemos temer, ya que el Señor será con nosotros y así no desmayemos ante las pruebas o tropiezos.

A Josué se le dijo: solamente esfuérzate, y cuida de poner la ley por obra, no te apartes de ella para que seas prosperado en todo lo que emprendieres, que la ley no se aparte de tu boca, antes medita en ella de día y de noche, para que la guardes y hagas conforme a lo que está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. (Extractos de textos de Josué 1: 7-8)

También el señor nos enseña en Lucas 10: 38-42 la historia de dos mujeres, cuando entró a una aldea con una mujer llamada Marta, la cual lo recibió en su casa y esta tenía una hermana llamada María, quien se sentó a los pies del Maestro y escuchaba atentamente su palabra, mientras Martha, se ocupaba en sus quehaceres y en muchas otras cosas. Después de ver esto, Marta reclama al maestro y le dice “¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude”, respondiendo el Maestro le dice “Marta, Marta, cuidadosa estas, y con muchas cosas estás turbada: empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada”. Si reflexionamos un poco en esta lectura nos damos cuenta de que María escogió servir a Dios.

El Señor nos pide entonces que cuidemos el tesoro que ha entregado en nuestras manos, y es por eso cuando clamemos a Él, digamos así:

“ENSEÑAME A HACER TU VOLUNTAD PORQUE TU ERES MI DIOS”

Salmo 143: 10

La paz


“Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9); pero ¿Qué es la paz? Y ¿Qué nos dice la Biblia acerca de ella? Muchos hermanos de la Iglesia aseguran que la paz es uno de los temas centrales en la Biblia, pero no únicamente de la Biblia, sino aun del mundo y de la sociedad que no conoce a Dios; basta con mirar que existe el Premio Nobel de la Paz, que es otorgado a ciertas personas que han procurado la paz entre países o en un mismo país.

Cristo vino a este mundo para librarnos del pecado y poder establecer la paz entre Dios y los hombres, así mismo entre los hombres y sus semejantes para lograr la reconciliación, pues el principio fundamental de la paz es: “…reconciliaos con Dios” que se encuentra en Segunda Carta a los Corintios 5:20 y aun de los versos 18 al 20 nos habla de cómo Cristo fue el intermediario para reconciliarnos con Dios. Por lo antes dicho vemos cómo desde el nacimiento de Jesús un coro de ángeles celestiales le alababa diciendo: “Gloria en las Alturas a Dios, paz en la tierra a los hombres de voluntad” (Lucas 2:14).

La paz es uno de los más grandes anhelos, tanto de los escritores de la Biblia, como de Cristo y sus apóstoles. La paz es fruto del amor, la bondad y la verdad de la predicación y las enseñanzas que se dan en la palabra de Dios, mientras que la guerra es fruto del odio, la envidia y la incomprensión en la que ahora vive el hombre en un camino sin Dios.

“Y éste será nuestra paz…” dice el profeta Miqueas (Miqueas 5:5), pero ¿Quién la traerá? “Mas tú, Beth-lehem Ephrata, pequeña para ser en los millares de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo.” (Miqueas 5:2). Esta hermosa profecía ya se ha cumplido con el nacimiento del Mesías, sin embargo, esta paz ha decaído, no por culpa de los evangelizadores o de las mismas escrituras, sino del mundo que ha rechazado el Evangelio de Salvación que ha sido anunciado por el Señor Jesucristo, sus Apóstoles y su Iglesia.

La paz con Dios es indispensable en la vida del hombre, para así transformarse en uno de sus hijos, de esta manera brotara como un fruto que al llegar su debido tiempo fructificara en grande manera trayendo consigo la paz entre las personas, los pueblos y las naciones, así como la paz individual que nos es tan necesaria para superar los conflictos y problemas que la sociedad nos va presentando día a día.

Si nosotros estudiamos, leemos y nos guiamos por la palabra de Dios, lograremos formar parte de los grandes pacificadores de quienes Jesús dijo: “Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9). Procurad, pues, la paz hermanos y el Dios de paz será con nosotros y nos dará la paz y la felicidad.